Apoderados en sociedades mercantiles: el aliado que tu empresa quizá esté pasando por alto.
Con la llegada del verano y la reciente presentación del Impuesto sobre Sociedades, muchas empresas hacen balance del año.
Este es un momento perfecto para revisar cómo se está llevando la administración y plantear mejoras. Y entre las herramientas que más pueden ayudar —aunque muchas compañías apenas la utilizan— está la figura del apoderado.
Qué es exactamente un apoderado.
El apoderado es una persona de confianza a la que la sociedad otorga facultades para actuar en su nombre. No forma parte necesariamente del órgano de administración, pero sí puede representar a la empresa en muchos trámites y gestiones, siempre dentro de los límites fijados en el poder que se le concede.
Ese poder se formaliza normalmente ante notario y se inscribe en el Registro Mercantil, lo que da plena validez frente a terceros.
La gran ventaja es que el apoderado puede moverse con rapidez, sin tener que esperar a que el administrador esté disponible para cada firma o trámite.
Por qué contar con un apoderado puede marcar la diferencia.
- Rapidez en gestiones urgentes. Presentar documentos ante la Agencia Tributaria, firmar contratos o responder a requerimientos sin retrasos.
- Ahorro de tiempo para el administrador. El administrador se libera de la carga de trámites del día a día y puede centrarse en la estrategia y el desarrollo del negocio.
- Seguridad jurídica. El poder queda inscrito y bien delimitado, evitando confusiones o actuaciones fuera de lo permitido.
- Más fluidez en la operativa interna. Cuando la empresa necesita actuar rápido —una reclamación de cantidad, un contrato que no puede esperar, una licitación—, el apoderado puede resolverlo en el momento
Tipos de poderes más comunes.
- Poder general: para una amplia gama de actos de gestión y representación.
- Poder especial: limitado a un asunto concreto, como la firma de un contrato específico.
- Poder para pleitos: pensado para procesos judiciales.
Un ejemplo muy real.
Pensemos en una empresa cuyo administrador único está en el extranjero cuando llega un requerimiento de Hacienda con plazo de respuesta de apenas unos días. Sin un apoderado, ese trámite se retrasa y pueden llegar sanciones.
Con un apoderado con facultades para presentar escritos y firmar, el problema se resuelve de inmediato, sin poner en riesgo a la empresa.
¿Cuándo merece la pena designarlo?
Nombrar un apoderado es recomendable en cualquier momento, pero cobra especial sentido ahora, tras la presentación del Impuesto sobre Sociedades, cuando se detectan carencias en la gestión. También es muy útil si:
- La empresa tiene varios centros de trabajo o actividad internacional.
- Hay mucha carga de contratos, licitaciones o trámites administrativos.
- Se necesita responder rápido a reclamaciones o incidencias legales.
En un mundo empresarial donde el tiempo es oro y la burocracia no da tregua, contar con un apoderado puede ser el empujón que tu sociedad necesita para funcionar de forma más ágil y segura.
En Abogados Aguilar asesoramos a empresas para configurar sus poderes y estructura jurídica de forma personalizada, pensando siempre en cómo facilitar su día a día y proteger sus intereses.